UNA HISTORIA DETRÁS DE CADA FAMILIA. Reflexiones de vida
Mi hija llegó un día de la escuela diciéndome que su compañerito Nicolás se portaba muy mal.
El peque de 4 años pateaba a las maestras, no se sentaba en la silla, aventaba el material y les pegaba a otros niños.
Mi hija me contaba esto sorprendida y me dijo: “Que niño tan malo, ¿verdad?” En ese momento se me apachurró el corazón porque en realidad pensé que algo malo debe estar pasando en casa del pequeño para que él se comporté así.
Pasados unos meses, el pequeño dejó de asistir al kínder y, por otras mamás, me enteré que sus papás se divorciaron y él tuvo que irse a vivir con su mamá a otra ciudad. Por lo que supe, la separación fue muy en malos términos y parece que hasta con violencia.
A veces vemos niños “berrinchudos” en la tienda y lo primero que hacemos es juzgar a la familia.
Vemos a una mamá “en fachas” llegando por su hijo a la escuela y pensamos que cómo puede andar así de desarreglada.
Si un papá nunca va a la clase muestra o festival, lo tachamos de mal padre.
Y así, podemos hacer una lista interminable de nuestros prejuicios. Sin embargo, no sabemos la historia que hay detrás de cada familia. No sabemos si ese padre que nunca puede ir es porque tiene dos trabajos para poder pagar las cuentas de la familia y además sus jefes no lo dejan faltar por nada o le descuentan el día.
No sabemos si ese “niño berrinchudo” tiene algún tipo de capacidad diferente y por eso actúa así.
Una madre desarreglada, no es sinónimo de falta de cuidado. Puede ser un signo de una fuerte depresión.
Tratemos de ser más empáticos, de juzgar menos y aportar más. Porque los niños aprenden de lo que ven y escuchan y yo quiero que mis hijos crezcan en un mundo donde la gente se preocupa por ayudar a otros mucho antes de juzgarlo






