Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora.
Una oración por su alma, la recibe Dios”, decía San Agustín.
En México celebramos el 1 y 2 de Noviembre EL DIA DE MUERTOS.
Las tradiciones de celebración del día de muertos incluyen visitar a los seres queridos que ya partieron en los cementerios y llevarles ofrendas o en las iglesias y en casa se preparan altares sencillos y muy sofisticados, de 1 a 7 niveles con distintos significados, con alimentos, veladoras, incienso, fotografías, objetos favoritos de nuestros difuntos y flores para recordarlos.
La tradición mexicana indica que en este día se les da permiso a los difuntitos de visitar a sus familias en este día y compartir con ellos, para posteriormente regresar.
La flor de cempasúchil es de las especies más utilizadas para el adorno de un altar, como símbolo para dar la bienvenida a los difuntos como un elemento bello para el altar , ya que antiguamente para Mesoamérica era la flor más bonita.
También sus pétalos esparcidos indican a los difuntitos el camino de regreso casa para visitarnos en ese día.
Cada hogar en México tiene sus costumbres, algunos organizan comidas o cenas con la comida y música favorita del difunto, se prenden veladoras y se convive en familia recordando a sus muertos en la plática. Ya después se les despide para que regresen el próximo año y se apagan las veladoras.
Oración al fallecimiento de un ser querido.
¡Oh Jesús, único consuelo en las horas eternas del dolor, único consuelo sostén en el vacío inmenso que la muerte causa entre los seres queridos!
Tú, Señor, a quién los cielos, la tierra y los hombres vieron llorar en días tristísimos;
Tú, Señor, que has llorado a impulsos del más tierno de los cariños sobre el sepulcro de un amigo predilecto.
Tú, ¡oh Jesús! que te compadeciste del luto de un hogar deshecho y de corazones que en él gemían sin consuelo;
Tú, Padre amantísimo, compadécete también de nuestras lágrimas.
Míralas, Señor, cómo sangre del alma dolorida, por la perdida de aquel que fue deudo queridísimo, amigo fiel, cristiano fervoroso.
¡Míralas, Señor, como tributo sentido que te ofrecemos por su alma, para que la purifiques en tu sangre preciosísima y la lleves cuanto antes al cielo, si aún no te goza en él!
¡Míralas, Señor, para que nos des fortaleza, paciencia, conformidad con tu divino querer en esta tremenda prueba que tortura el alma!
¡Míralas, oh dulce, oh pidadosísimo Jesús! y por ellas concédenos que los que aquí en la tierra hemos vivido atados con los fortísimos lazos de cariño, y ahora lloramos la ausencia momentánea del ser querido, nos reunamos de nuevo junto a Ti en el Cielo, para vivir eternamente unidos en tu Corazón.
Amén.