¿Cómo estás? Reflexiones de vida
¿Cómo estás? Bien.
Pero realmente ¿cómo estás?
Hace rato nadie me lo pregunta. Ni se que contestar.
Me callo, ni siquiera se porque me sigo callando.
O tal vez si lo sepa.
Aprendimos a callar para poder pertenecer. Aprendimos a callar, para poder ser aceptados.
Aprendimos a callar para no molestar al otro, para no generar conflictos.
Y callando, nos devoramos por dentro.
¿Cuántos pensamientos dan vuelta por tu cabeza?
¿Cuántos te ánimas a soltar?
¿Cuántos de los que sueltas son sinceros y sin ser disfrazados?
Qué somos, en que nos convertimos.
Porqué callamos.
¿Nos obligaron? Seguramente fue lo que nos enseñaron.
¿Crecimos callando? Tal vez aceptamos que es más fácil evadirse a uno mismo que enfrentar los cambios.
¿Callamos? Y así lo que callamos se acumula y nos devora por dentro.
¿Hace cuanto no te preguntas cómo estás?
¿Hace cuanto no dices lo que realmente necesitas?
¿Hace cuanto no sueltas lo que callas?
Abrazas a la almohada pensando que ella tiene la solución. A veces lloras, otra la aprietas fuerte. Te aferras, de alguna manera a lo que sientes, a lo que piensas y así empezas un nuevo día con las cargas una vez más.
Callamos, porque es símbolo de pertenencia.
Callamos, porque es peligroso tener voz. También es peligroso aprender a usarla.
Callamos para no invadir y nos terminamos evadiendo.
Callamos y posponemos.
Y acá estamos….
Hoy ¿cuántas cosas te estás callando?