8 HERIDAS EMOCIONALES DE LA INFANCIA QUE MÁS AFECTAN EN LA VIDA ADULTA:
Todas las personas tenemos HERIDAS EMOCIONALES, aunque intentemos ocultarlas. Es curioso cómo las heridas que más persisten frente al paso del tiempo no son las heridas físicas. Poco nos importa esa cicatriz en la rodilla del día en el que nos caímos de la bicicleta.
DUELE MÁS Y POR MÁS TIEMPO, ESA PALABRA DE NUESTRA MADRE O DE NUESTRO PADRE QUE SE HUNDIÓ EN NUESTRO CORAZÓN, PARA SIEMPRE.
1. LA HUMILLACIÓN:
Cada vez que le dices a tu hija/o cosas como “No seas tan torpe!” o “Todo lo haces mal”, le estás humillando. Un niño o niña que siente humillación por sus padres crecerá con una terrible herida en su autoestima. Si las personas que más quiere, en las que confía, le reprochan constantemente aquello que no hace bien, sus pequeños errores, su incapacidad para hacer ciertas cosas o resalta cualquier pequeño defecto que pueda tener, estará minando para siempre su confianza.
Cuando crezca, se sentirá inferior a los demás, o por el contrario, intentará hacer lo mismo que sus padres le hicieron, convirtiendo a los demás constantemente en foco de burlas, llamando la atención mediante un comportamiento inadecuado o intentando ‘camuflar’ su baja autoestima bajo una falsa máscara de prepotencia y tiranía hacia los demás.
2. AUSENCIA DE LOS PADRES:
No hay un sentimiento más desolador en la infancia que sentir abandono. Esto le genera un vacío y una serie de miedos con los que tendrá que luchar el resto de su vida. Muchos de los niños y niñas que no se sintieron queridos/as, que se sintieron abandonados/as por sus padres, se pasan el tiempo, durante su edad adulta, buscando emociones fuertes, actividades de riesgo, al tiempo que rechazan el cariño y contacto físico.
Además, es probable que enfrenten problemas para entablar relaciones estables y trabajos o proyectos duraderos.
3. La INJUSTICIA:
Sabemos que la justicia es algo que cambia en los niños y niñas según sea su edad. Así, mientras que a los 3 años, todo lo que no sea atender sus necesidades y apetencias es ‘injusto’, alrededor de los 8 años, es mucho más injusto que reciba un castigo por algo que hizo o no hizo y que su hermano no lo reciba por un mal que considera “similar”. Pero, más allá de esas percepciones, sí hay hechos justos o injustos.
Por ejemplo, hacer con frecuencia regalos a uno de los hermanos y al otro no, tratar a los hijos e hijas de forma diferente, tener preferencia por alguien y que el resto lo note.
Al crecer intentará mantener una postura rígida ante todo, posiblemente con autoritarsmo, terriblemente perfeccionista y exigente consigo, como con las personas que le rodean. Muy poco dado al sentido del humor, será un adulto ante todo, racional. Tendrá problemas para canalizar sus emociones.
4. LA TRAICIÓN DE SUS PADRES:
A veces ocurre, como padres, que se lanzan al aire promesas, sin darle demasiada importancia. Luego no se cumplen. Para los adultos parecerá una tontería, pero para los niños y niñas puede tener terribles consecuencias. Para ellos significará que no puede confiar en sus padres, porque le han defraudado y si se supone que son las personas en las que más puede confiar, se pierde toda la confianza. Es probable que se convierta en un adulto terriblemente controlador/a, que no deje absolutamente nada a merced de la improvisación, siendo muy exigente con los demás. Será incapaz de delegar responsabilidades y por supuesto, huirá constantemente de la soledad.
5. SENTIRSE RECHAZADO:
El rechazo, como la humillación, es una auténtica mina para la autoestima. Si papá o mamá le habla constantemente como “un estorbo” o le hace creer “que no es el hijo o hija que esperaba”, los infantes terminan creyendo que de verdad son un estorbo. Al crecer, tendrán una gran dificultad para expresar sus emociones, el miedo constante al rechazo le convertirán en un adulto incapaz de entablar relaciones personales estables. Preferirá la soledad.
6. ANULAR LAS EMOCIONES:
Ese “no llores por tonterías” o “no te quejes y cállate”, hacen más daño del que se puede imaginar.
El rechazo de las emociones trastocan por completo la inteligencia emocional en la infancia, llegando a producir cambios en el desarrollo de algunas áreas del cerebro. Si se les prohibe llorar, sentir ira o miedo, se está anulando sus emociones básicas.
De mayor, será incapaz de gestionar sus emociones porque no aprendió a hacerlo de pequeño/a, y se mostrará como un adulto frío y terriblemente racional, o por el contrario, al no ser capaz de controlar las emociones, puede que se transforme en un adulto demasiado impulsivo, incapaz de dominar sus momentos de euforia, pánico, dolor o ira.
7. ARREBATARLE LA INFANCIA:
Exigir responsabilidades de adulto a los niños y niñas, como trabajar a una edad que no corresponde, o aquellos que deben cuidar de sus hermanos siendo aún menores, o cuando se les exige sacar siempre las mejores notas, a los que se les castiga si no son capaces de sacar la mejor puntuación en todo lo que hacen, pues son sometidos a mucho estrés.
El sentir responsabilidades de adultos o una presión demasiado grande por parte de sus padres les hace madurar antes de tiempo y les priva de una infancia que jamás recuperarán. Esto genera una frustración que, durante la etapa adulta, se transformará en falta de confianza en sí mismos/as y en algunos casos, desilusión por la vida.
8. LA FALTA DE AFECTO:
Muy similar a la sensación de ausencia de los padres, cuando no se da suficiente cariño a un hijo o hija, se experimenta cierto retraso en el desarrollo, tanto físico como emocional. De mayor tendrá muchos problemas para relacionarse con los demás, porque será incapaz de demostrar sus emociones, afecto hacia los demás.
No podemos cambiar lo que vivimos pero sí ser conscientes y comenzar hacer cosas diferentes.
Sana las heridas de tu niño interior